lunes, 13 de julio de 2009

ESPIRITU SANTO

Enaltecer la imagen de Leonardo Madelon, tal como reivindicamos a Bernardo Romeo, no es casual. Significa subrayar en él carencias vitales de un San Lorenzo que, sin dudas, necesita más Madelones, Romeos e Insuas.

Trabajo, y silencioso, sin soberbia y con perfil bajo, honestidad y luchar aún vencido son algunos valores que institucionalizaron nuestros fundadores y que han recogido muchos dirigentes, y también futbolistas, entre estos últimos los inolvidables Camboyanos. A pesar de no aparecer en el "Salon de la Fama" del que se enorgullece estar Horacio Ameli, y aunque fueron sólo sombras en los festejos oficiales del Centenario, Los Camboyanos son cita imborrable por la herencia que han dejado en el aparato psíquico de todo aquel cuervo que pisó una tribuna en la década del 80. Recordar la tarde del 7 de septiembre de 1986 en Avellaneda (1-0 con gol de Walter Perazzo) y trasladarnos hasta en el tiempo, con todos los esfuerzos en renovar con Jonathan Bottinelli, nos avergüenza. Y no se trata de filantropía. No queremos jugadores que jueguen por la camiseta ("Eso ya no existe más", dicen). Queremos un entrenador que labure con honestidad, un plantel que sea equipo y que, onerosas gratificaciones mediante, luchen por un solo premio: la Gloria que merece La Gloriosa.
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